Mexicanos en busca del "sueño americano": historias de éxito y sacrificio en Estados Unidos
Alcanzar el "sueño americano" para los mexicanos que llegan de manera irregular a Estados Unidos se ha vuelto cada vez más difícil en comparación con el pasado y, en algunos casos, incluso imposible. A pesar de la necesidad de mano de obra debido a la pandemia del coronavirus, las leyes estadounidenses se han vuelto más estrictas, las oportunidades laborales para los indocumentados se han reducido y las deportaciones se han intensificado.
Cuatro exitosos poblanos que tomaron la decisión de buscar un futuro mejor en el país vecino comparten sus historias con El Sol de Puebla. Cuentan cómo lograron establecerse y construir un patrimonio en Estados Unidos. Todos coinciden en que si las condiciones económicas y laborales fueran diferentes en México, especialmente en cuanto a salarios justos, la migración irregular no sería necesaria.
Según informa el Centro Latinoamericano de Impulso a las Comunidades, hay más de un millón de poblanos viviendo actualmente en Estados Unidos. Cada año llegan cientos de ciudadanos provenientes del estado mexicano buscando mejores oportunidades principalmente en Nueva York, California y Nueva Jersey.
A los 22 años, Norberta Díaz tomó una decisión importante: dejar su hogar en Izúcar de Matamoros, Puebla para trabajar con los "gringos" con el objetivo de brindarles un futuro mejor a sus dos hijos pequeños. Si bien solo tenía experiencia como mesera trabajando para una cadena reconocida de restaurantes en Puebla, decidió aventurarse a llegar a Estados Unidos sin documentos. Pronto encontró trabajo como mesera por un salario diario de 15 dólares en un restaurante puertorriqueño, a pesar de no hablar inglés. A medida que encontraba estabilidad laboral y un lugar seguro para vivir, también logró establecer la educación de sus hijos y encontrar alguien que los cuidara mientras ella trabajaba largas jornadas.
Sin embargo, Norberta se enfrentó a la discriminación como inmigrante debido a su falta de dominio del idioma inglés y a su situación migratoria irregular. Esto resultó en explotación laboral, baja remuneración y diversas humillaciones. Buscando mejorar su situación legal, decidió comenzar los trámites de regularización después de ahorrar lo suficiente. Durante ese tiempo conoció a su actual esposo, quien también estaba atravesando una situación similar. Juntos lograron no solo obtener la residencia permanente (Green Card), sino formar una familia más grande.
A pesar de las dificultades enfrentadas durante su travesía migratoria, Norberta nunca dejó de trabajar por completo y afirma que no se arrepiente de haber emprendido ese camino debido al mejor salario y horario que obtuvo gracias a su residencia permanente. A sus 58 años puede decir con orgullo que ha logrado brindarle una vida estable a su familia en Estados Unidos.
Después de todo lo vivido, Norberta se convirtió en activista promoviendo la cultura mexicana y ayudando a otros migrantes que buscan el sueño americano.
Pedro Rodríguez es otro ejemplo exitoso de un poblano que decidió buscar una aventura más allá del país. Hace 32 años llegó sin dinero ni techo en Estados Unidos junto con algunos amigos. Según Pedro, la creencia de que se gana mucho dinero al cruzar la frontera es falsa. Los migrantes suelen encontrar trabajos como ayudantes de construcción, limpieza, meseros o cocineros.
Al principio, Pedro trabajó como personal de limpieza en supermercados y vivió incómodo dependiendo de la generosidad de conocidos. Después se mudó a California y poco a poco encontró estabilidad financiera con un salario de 375 dólares cada dos semanas sin descanso alguno. Sin embargo, durante dos años vivió con miedo debido a las solicitudes constantes de sus documentos migratorios y perdió oportunidades laborales por no poder presentarlos.
Finalmente se trasladó al estado de Texas donde empezó a trabajar como electricista y también enviaba dinero a sus padres en Puebla. Dos años más tarde logró obtener su ciudadanía estadounidense y decidió establecerse en el país junto con su esposa mexicana originaria de Durango.
Hoy en día, Pedro disfruta una vida plena con un salario semanal de 900 dólares gracias a su trabajo en una empresa donde ha estado por más de 10 años. Sus hijos tienen oportunidades que no tendrían en México.
En resumen, estos casos demuestran cómo los poblanos han tenido éxito buscando una mejor vida en Estados Unidos a pesar del difícil camino que han tenido que recorrer como inmigrantes indocumentados. Esperan que mejores condiciones económicas y laborales en México puedan evitar la necesidad de emigrar irregularmente hacia el país vecino.