La piedra esculpida del sapo gigante: una historia ancestral de lluvia y fecundidad en San Felipe Otlaltepec
En la junta auxiliar de San Felipe Otlaltepec, ubicada en Tepexi de Rodríguez, Puebla, se encuentra una piedra tallada en forma de un sapo gigante con una antigüedad de aproximadamente 2 mil 500 años. Esta pieza, considerada sagrada por los habitantes del lugar, será expuesta de forma permanente en los portales de la presidencia municipal, donde se llevarán a cabo rituales para invocar las lluvias siguiendo las tradiciones y creencias ancestrales.
Según relatos transmitidos por los lugareños más ancianos, en el pasado se realizaban ceremonias en el Tétele del Pochote (montículo de tierra) cerca de árboles conocidos como pochote. En estos rituales se ofrecían ofrendas al sapo como un gesto para pedir y agradecer la llegada de las lluvias beneficiosas para los cultivos. Se cree que el sonido emitido por este animal tenía el poder de atraer el agua.
Ante la preocupación por posibles robos debido al valor espiritual que tiene esta piedra para la comunidad, en 1979 un grupo decidió trasladarla al jardín del centro médico local como medida preventiva. Sin embargo, recientemente ha surgido la propuesta de exhibir la escultura permanentemente frente a los portales municipales.
El encargado de la casa de cultura local ha confirmado esta decisión y se espera que este sábado 1ro. De junio se realice su traslado oficial hacia su nueva ubicación frente a los portales municipales. La piedra prehispánica estará accesible al público mientras no haya cambios determinados por asamblea comunitaria.
La presencia simbólica del sapo relacionado con el agua está arraigada en diferentes culturas mexicanas desde tiempos prehispánicos. Ejemplos similares han sido encontrados en sitios arqueológicos como Xochitecatl-Cacaxtla y Tenochtitlan donde también existen representaciones artísticas vinculadas con rituales agrícolas y propiciatorios relacionados con las lluvias.
Es importante destacar que estas tradiciones continúan vigentes hasta hoy día entre algunas comunidades herederas de estas culturas ancestrales quienes ven al sapo como un símbolo importante para garantizar la fertilidad del campo y seguir manteniendo viva esa conexión sagrada con el elemento vital que es el agua para sus cosechas.